Si eres de los que reacciona con odio jarocho ante todo aquel pobre individuo que te recuerde la penosa derrota de tu equipo (de cualquier deporte), esto es para ti. ¿Conoces la verdadera razón de este enojo?

La razón es muy simple: enojarnos con el árbitro porque no era penal, con el delantero que parece no atinarle a la portería o el director técnico por no meter al mejor jugador cuando el equipo más necesitaba es una forma de dirigir la frustración que sentimos porque otros aspectos de nuestra vida no andan tan bien. Generalmente, estas personas no se sienten muy cómodas al hablar de sus emociones y guardan los sentimientos negativos hasta el momento de ese importante partido.

Sé que los fans de hueso colorado dirán que estoy cometiendo un sacrilegio, pero hay que recordar que los deportes son para disfrutarse, ya que estos episodios de intensa furia aumentan el riesgo de tener hipertensión y depresión, por mencionar algunos efectos. Así que si eres un súper apasionado de los deportes, trata de mantener la calma aunque parezca muy difícil y practica hablando de las situaciones en tu vida que te molestan. Las personas que te rodean y tu cuerpo te lo agradecerán.

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Por: Dra. Paulina Morlay

Vía: Post-periodical